lunes, 17 de diciembre de 2007

Huellas

Abro los ojos. La boca llena de acerín y la cabeza en llamas. Camino tambaleante. Arriba de la mesa están las llaves, unos lentes negros que nunca vi, plata, dos telefonos...
-¿Qué pasó? -Pregunto.
-Son los restos de la batalla... -Contesta el Conejo.
No entendía cual había sido el resultado de aquel pleito. Tampoco importaba ya; afuera un sol gris goteaba luz por la ventana. Busqué aire: una nueva forma de sentir los pulmones.
Con los numeros en el bolsillo salí a encontrarme con mi pasado resiente e invisible.