jueves, 23 de octubre de 2008

ella y los caprichos que me gustan

Cuando encendió el último pestaneo temí por mi vida. Ella tenía todo guardo en una libreta de piel azul. Como los ojos y el cielo. Llovieron gotas de semen, lágrimas del sol borracho de tanta luna. Cruzamos el río bailando una danza de despedida: bailando el sueño.
Despertó pasado el mediodía, con la boca reseca, saltó la habitación hasta hundir la cabeza en el inodoro, desperté entre arcadas y sollozos. Tenía la espalda más hermosa que nunca había visto. Detrás de los deseos, pulcros, vitales; demagogo el dolor es una espina fina, aguja clavada en sí. Basta con asomar la partida para entender las cartas, o al revés, aún teniendo en cuenta su forma de ver el mundo. No tengas miedo, las cosas no duran más que un siglo, o dos. Susurré antes de una nueva arcada doblándola al medio.

martes, 21 de octubre de 2008

pasamos el control... respiro

Otra vez los ojos pidiendo aire; otre vez todos nosotros en la misma pantomima. No era para ser pesimista, no, simplemente me aburrían las ideas del Jefe, asustados pidieron perdón, mi cabeza de pecador. El sol no había caído aún cuando solté mis lenguas hasta la asfixia. Ella (que no se había puesto la ropa y cantaba) pidió más rosca para seguir. Relámpagos: imagenes nuevas con perfume a tiempo.
Castigados los secuaces deben quedar en silencio rendidos ante el macho lider.
-Pienso... es el momento de huir, no?
-Te parece?
Un disparo ficcticio captó la última mirada. Dejemos hablar al viento, diría el uruguayo.

jueves, 9 de octubre de 2008

leyendas; puros cuentos de sal

Premonición. El cuello enredado en tus tentáculos absorventes es nada y la nada está fría. Sin nata, sin emoción ni juegos esquivos pinto de lleno mi cara sucia, lisa. Madrugada pensativa la que sacude mis vientos. Dentro del cajón guardo tu luna plástica de color marrón, o violeta o celeste. Ya no impota. Nunca canto para nadie, y seco el silencio de los tratos facturo el doble, siempre redondeo a mi favor.
-Afuera las cosas están jodidas... -Dice con la nariz lastimada.
-No digas... y yo sin paraguas! -Repuse absorto.
Dejando el mar quieto, suelto de ropas y tirones de orejas voy más allá de la arena dorada, voy a las espuma. A las olas.