lunes, 24 de noviembre de 2008

ella en la ducha y yo esperando el baño

Una vez soñamos con el cielo rojo, sangre; pero los tiros de plástico no se hicieron esperar. Si bien el frío atemorizaba pómulos rosas, y no teníamos ganas seguir perdidos: el dolor fue eterno. Otra cosa: del dolor se aprende. Y aprender es cruzar calles oscuras llenas de sombras penetrantes. Pintar imágenes con palabras es lo nuestro, y la farsa tiene ese sabor salado, a sudor de buen peón.
A veces los días son bombarderos agónicos de víctimas.
Y nunca le tuvimos miedo al cielo rojo, o azul como ahora que nos miramos lento, preciso; títeres de una obra escrita y dirigida por la misma pantomima. Hay deseos que sueltan aullidos, y estos no se escuchan. Más cuando tus gritos me atrapan por la espalda; son escalofríos.
Escalofríos de caramelo.

-Seguís con lo de las parejas…
-Es que soy así, pegajoso.
-Comercial.
-¡No! Un espía que toca, pero no desentona nunca.
-Me aburrís. -Dice poniéndose la ropa.
-Entonces dejá mi camisa en su lugar. –Contesto desde la cama, el mundo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

te vas?

La última vez que te fuiste no dejé que la desesperación marcara tu casa. Me relajé hasta la última gota del último vaso que entraba sobre mi alma: quieto, desbarrancado pero no boludo, esperaba una señal desde fondo de la noche. Y volviste o te fui a buscar pero hoy no dormís, me mordés la nuca. Cómo aquella vez que te ibas y me agarré a las piñas con el colectivero, y los besos y tus manos poniendo vendas, alcohol.
La última vez te habías ido lejos, más cerca de los otros que también te esperan, pero me guardo la sensación (casi comprobada) de que el mejor soy yo: por lo menos el que más te gusta. Y te espero. Aún enfermo de rabia y orgullo, con llanto de niño caprichoso te espero pegado al papel, a la carta que nunca escribo. Esa última vez me aburrí tanto, salí a buscarte y estabás lejos, más lejos que nunca; no volviste. Pero ojo, dicen que digo que estoy. Cerca.

-¿No te estarás poniendo medio maricón? –Me pregunta empalagado.
-Esto vende. –Contesto con la mirada brillante.

martes, 4 de noviembre de 2008

ella y su llanto sin sentido

El umbral no tenía los dientes marcados pero entendí que las cosas iban muy rápido, tan rápido como mis ojos en tu escote. Y la lluvia no llegaba para empaparnos. Pero a todo señor el perro le ladra ( las cosas nunca se dicen así). Afuera el día estaba en pausa, quieto, petrificado y me dejé llevar por la dulzura de su voz hueca. Silba la respiracón furiosa. Grita el deseo atorado entre pieles grises.
-Basta con eso de la poesía barata... a mí dame algo real -Estalló el cigarrillo antes de apresarlo con la suela del zapato.
-Real? Soy muy real... -Contesté esperando la condena.
Ella dejó pasar los autos antes de cruzar la calle, el zumbido haciendo eco entre las personas mudas. No dejes que el silencio nos asfixie.
-No quiero verte más. No tiene sentido... -Eclipsó.
Cuando volvía de la soledad esperé verte más allá de los recuerdos frios. Y no estabas. Y no era yo quién podía cumplirte todos los sueños de plastilina.